PRENSA GAMEA | Mar 10.09.24
Andres ingresó a la universidad con la mejor calificación en el examen de suficiencia, su sueño de ser un ingeniero parece cada vez más alejada porque repentinamente no asiste a clases. La orfandad es una realidad que lo subsume en la depresión y lo delata muy diferente al muchacho animado que siempre gustaba de jugar fútbol con sus amigos.
“Estas personas pueden experimentar cambios drásticos en su estado de ánimo, pueden estar felices en un momento y de repente, sentirse deprimidas y aisladas. El aislamiento es otra señal clave, se manifiesta cuando la persona evita el contacto social, prefiere permanecer en casa y rechaza la interacción con el mundo exterior”, informó el psicólogo, Diego Cori.
Las conductas suicidas tienen un patrón de alerta que se evidencia en los comportamientos rutinarios de quienes padecen estados emocionales negativos, puede ser estrés, desesperación, desesperanza o sentirse atrapados y que habla con frecuencia sobre la muerte. También pueden presentar cambios significativos en los hábitos de sueño y alimentación.
Según el profesional, las conductas de riesgo, como participar en actividades peligrosas sin preocuparse por las consecuencias, el desinterés en la vida cotidiana y en el cuidado personal, y los cambios repentinos en la personalidad o comportamiento, son también indicios de una posible tendencia suicida.
Los factores de riesgo suicida se enmarcan en cuatro pilares, tal y como describe Francisco Villar, en su libro ‘Morir antes del suicidio’. Lo descrito por el autor tiene que ver con el dolor, desesperanza, vinculación con el otro y la capacidad del suicidio; una buena explicación de lo descrito se refleja en la entrevista que dio a la editorial Herder y que se encuentra en el canal de Youtube.
La conducta suicida en adolescentes es una de las preocupaciones para el literato, especialista en psicología clínica, ya que los adolescentes tienden a replicar el efecto de contagio, como un parangón del análisis sobre el efecto de copiar lo que ven en redes sociales.
“Hay un mal uso y mal acceso en redes sociales, un bombardeo de imágenes que están incrementando; el de hacerles ver que el tránsito que están pasando, que cualquier dolor, que cualquier sufrimiento es malo, que podría ser imitable”, afirmó Villar.
Diego Cori, en El Alto, mencionó que las personas con tendencias suicidas suelen tener autoestima baja y se infravaloran constantemente. Esta autoimagen negativa puede hacer que la persona perciba la muerte como la única solución a sus problemas.
Precisó que en estos casos se requiere de una atención temprana y apoyo constante de los familiares y amigos. Además, los padres deben crear canales de comunicación que fomenten la comunicación abierta y ofrecer apoyo emocional ante cualquier situación.
“Si alguien detecta en un familiar algunos de los rasgos mencionados, estos pueden ser claros indicios de que podría cometer suicidio y se debe tomar acción para prevenirlo. El tratamiento depende de la situación y la persona, y se determina a través de una evaluación o una sesión de psicoterapia”, enfatizó.
Desde el punto de vista sociológico, el suicidio se concibe por los factores estructurales de la sociedad. Para reforzar esta idea, Emile Durkheim, en su libro: El suicidio, de 1897, plantea que existen sociedades ‘suicidógenas’, donde hay una tendencia al suicidio.
El autor inserta la palabra ‘anomía social’ y ‘suicidio anómico’ como la explicación al suicidio de una sociedad que afronta el desajuste entre la estructura social y la conciencia cultural, sobre todo cuando hay una contradiccion entre las leyes escritas y las exigencias sociales nuevas, es decir, a la existencia de modelos de conducta marginales o no permitidos
“Por lo que la conclusión a la que llega este autor es la siguiente: la totalidad de suicidios en una sociedad dada, medida por la proporción de suicidios, es tratada como un hecho social que solamente puede ser explicado sociológicamente y no por las motivaciones individuales que llevan al suicidio. Lo que interesa son las variaciones en las proporciones de suicidios entre distintas sociedades, como algo que está en función de condiciones sociales; la unidad de análisis es la sociedad, no el individuo”, refiere la reseña de ensayo: La comprensión clásica del suicidio. De Emile Durkheim a nuestros días.
Por su lado, Cori resaltó lo fundamental que es buscar ayuda profesional, ya que los especialistas se enfocan en abordar la crisis inmediata como el manejo a largo plazo de los problemas. Además, destacó que cada individuo requiere un tratamiento personalizado.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año cerca de 703.000 personas se quitan la vida y un número aún mayor lo intenta. Esta tragedia no solo impacta a las familias y comunidades, sino que también tiene efectos duraderos en los allegados de la víctima. El suicidio puede ocurrir a cualquier edad y en 2019, fue la cuarta causa de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en el mundo.
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DAA